Medios o Fines
Muchas cosas en la vida funcionan como fractales. Hay estructuras que simplemente se replican en distintas escalas. Fenómenos enormes, medianos, minúsculos simplemente funcionan de la misma manera.
Una de estas heurísticas que se replican en todos los niveles es la idea del camino hacia la meta. La vida misma puede ser considerada como un camino, como un viaje. La cuestión en este caso es entonces: si constantemente nos apresuramos a recorrer los caminos para saltar de meta en meta, ¿Qué nos dice eso del último camino que todos recorremos? ¿Es la vida simplemente una carrera apresurada hasta la muerte y el legado?

La carrera de ratas
Esta lógica compulsiva pierde todo tipo de atractivo cuando la planteamos como objetivo último de la vida. ¿Por qué entonces la aceptamos en otros ámbitos? Es honestamente una muy buena pregunta y es el tema principal de este artículo.
La vida moderna está plagada de carreras de ratas por todos lados y en todos los órdenes. No solo la gente se obsesiona por los fines por sobre los medios, sino que el propio sistema económico y el orden social fomentan dicha compulsividad. ¿Qué queda entonces de la idea de “disfrutar del camino”?
La pasión y la felicidad financiera
El grueso de nuestra vida adulta está orientada a conseguir la tan preciada felicidad financiera. Esto es, por supuesto, un objetivo noble e imprescindible, pero, como decimos siempre aquí, es una condición necesaria, pero no suficiente.
Obsesionarnos con el trabajo y la estabilidad no tiene ningún tipo de retorno positivo si no cultivamos a la vez las pasiones. ¿De qué sirve preparar un entorno saludable para hacer lo que queremos si nunca nos dedicamos a hacer lo que queremos?
El mercado moderno
El mercado moderno es muy eficiente en hablarle directamente a nuestro sistema emocional y llevarnos de las narices hacia donde es necesario que aportemos nuestro trabajo, nuestro tiempo o nuestro dinero. Esta enorme carrera de ratas es la coreografía que la mayoría de la gente está practicando sin darse cuenta.
Abrir un poco los ojos a esta realidad, proceso el cual es más fácil recorriendo a la sabiduría de culturas pasadas, rápidamente nos enfrenta al equívoco que planteamos al principio. Si nuestro mantra al hablar de la vida es “hay que disfrutar del viaje” ¿Por qué no aplicamos dicha sabia conclusión al resto de los múltiples caminos en los que estamos constantemente andando?
El motivo es que estamos sobreestimulados para actuar de la manera contraria. Estamos siendo constantemente estimulados para dar rienda suelta a nuestra ansiedad, tentarnos por nuestras ambiciones más cortoplacistas y distraernos con actividades banales que nos dejan fatigados.
La responsabilidad personal
Depende de cada uno tomar las riendas de sus vidas, así como de sus finanzas, y asumir la responsabilidad de poner sus propios objetivos y de recorrer con moderación el camino hacia ellos. Como digo muchas veces en mis charlas, cada uno tiene que ser responsable de sus actos y en sus finanzas personales también. “Soy el amo de mi dinero, el capitán de mis finanzas”.
La contracara de nuestra moderna carrera de ratas es la tranquilidad que la mayoría siente delegando la responsabilidad de sus felicidades, entre ellas la financiera, a actores difusos encarnados por un sistema abstracto de Estados y empresas.
Ningún camino es propio si no somos responsables tanto por lo bueno como por lo malo. De la responsabilidad nace la posibilidad de la planificación, de la estrategia y de la sensación de propósito. De la responsabilidad nace el error y la posibilidad del aprendizaje.
Conclusión: Consciencia, responsabilidad y equilibrio
Si tomamos consciencia de que todos estos escalones son parte del camino de la vida y decidimos recorrerlos por nosotros mismos, estaremos por fin encontrando el equilibrio en todos los órdenes. Como dijimos al principio, la vida es un gran fractal y los aprendizajes que encontramos en un nivel son transportables a los otros niveles. Encontrar la coherencia y el equilibrio en la vida es una fuente de la más profunda y pacífica felicidad.