Cada uno de nosotros forma parte de un microsistema que consiste en nuestra economía doméstica junto a nuestros familiares. Gran parte de la angustia y del estrés que aqueja a nuestra sociedad contemporánea proviene de, o al menos puede ser aliviado por, una mejor gestión de las finanzas personales.

¿Por qué debo preocuparme de planificar mi economía doméstica? 

En gran parte, por no decir todos, de los aspectos de la vida, la improvisación suele ser penalizada por el concierto de los hechos que acontecen. ¿Por qué es esto así? El motivo es que el destino consiste en una compleja mezcla de azar junto con acciones, tanto nuestras como de nuestros conciudadanos. 

Así como hay cosas que están fuera de nuestro control, o bajo él de una forma demasiado indirecta (como la política), hay otras que dependen de nosotros. Reducir el impacto del azar en nuestras vidas ocupándonos de planificar, monitorear y ajustar nuestras economías domésticas tiene un dramático efecto sobre cómo nos sentimos y cómo percibimos nuestro lugar en el mundo.

¿Cómo se planifican las finanzas personales? 

Lo más importante a la hora de planificar cualquier cosa es ser consciente de dos cosas:

  • Cuáles son nuestros objetivos
  • Cuál es el estado actual de la situación

Cuando uno sabe lo que quiere y en qué situación se encuentra, uno tiene las herramientas para trazar un plan que lo lleve desde donde está hacia donde quiere estar.

Los objetivos

En el caso de la economía doméstica, uno tiene que tener claro cuáles son sus objetivos económicos. ¿Quieres ahorrar? ¿Mantener cierto estilo de vida? ¿Poder estar preparado ante un accidente? Todos estos son objetivos, y muy válidos, y tenerlos presentes como un punto cardinal es el primer paso a la hora de saber cómo hacerlos realidad.

La evaluación

Respecto del estado actual de nuestras finanzas, es importante tener las herramientas para poder diagnosticar nuestra economía. El poder de diagnóstico no solo nos permitirá arrancar el proceso, sino que también nos permitirá poder realizar evaluaciones posteriores y obtener un feedback respecto de cómo el proceso se está acercando, o alejando, de nuestros objetivos.

Plan Financiero Personal (PFP) ¿Cómo organizar nuestro presupuesto?

Si contamos con un objetivo y una forma de medición, estamos en condiciones de armar un plan y ponerlo en práctica. A la hora de hacer un plan debemos responder ciertas preguntas:

  • ¿Cómo me acerco a mis objetivos?
  • ¿En qué franja de tiempo pretendo acercarme a mis objetivos?
  • ¿Qué estoy dispuesto a sacrificar en el día a día para acercarme a mis objetivos?
  • ¿Cómo impacta en mi estado de ánimo y en mi capacidad las decisiones que estoy tomando?

Estas preguntas nos orientan a considerar aspectos muy importantes del viaje que estamos a punto de emprender. El hilo de pensamiento consiste en ser consciente de la relación entre el día a día y nuestro objetivo final. 

Es importante tener en cuenta que somos personas y que el equilibrio es importante; tanto la gratificación cotidiana (la cual suele costar dinero) como la gratificación diferida cumplen funciones en nuestras estructuras psíquicas y, así como en la mayoría de las cosas, los extremos tienden a ser nocivos. 

Las cosas que no queremos dejar de hacer luego de haber hecho esta selección van a formar parte de nuestros gastos fijos y se deducirán de nuestro presupuesto total. La variable del tiempo (pregunta 2) se ajustará entre los requerimientos de nuestros objetivos y nuestra disposición a sacrificar gastos en pos de alcanzarlos más rápido.

La economía doméstica

La ejecución

Una vez que tengamos clara la relación entre nuestros objetivos, el tiempo, nuestros placeres cotidianos y nuestra capacidad de ahorro es hora de poner en marcha el plan.

Una vez que descansemos sobre toda esta estructura notaremos que muchos gastos innecesarios y mucha angustia desaparecerán gracias a esta nueva sensación de propósito.

Contrario a lo que nuestras intuiciones nos suelen decir, el orden trae consigo tranquilidad y paz. El mercado actual dirige sus armas hacia lo más inmediato de nuestro esquema de incentivos y es muy hábil en monetizar nuestra incertidumbre y nuestra ansiedad.

Un buen plan nos da algo por qué actuar, un propósito, y una forma de llegar hacia él que conocemos de antemano. Es importante actualizar el plan y ajustarlo haciendo uso de nuestras herramientas de medición. La realidad, tanto externa como interna, es impredecible y varía. Todo buen plan debe poseer la característica de la flexibilidad para mantenerse vigente y conservar su función como estructurador de la realidad.

Conclusión 

Tú y tu vida conforman un sistema, y uno bastante complejo. La improvisación es un receta segura para la angustia y la ansiedad, las cuales, a su vez, son una fórmula para caer en el targeting por excelencia del marketing del siglo xxi. La mejor manera de organizar nuestro dinero es tener en claro qué es lo queremos lograr y en cuándo queremos lograrlo. De esta forma podemos armar un plan que estructure el presente y el futuro en pequeños pasos digeribles que construirán lenta y previsiblemente una economía sana y orientada hacia un objetivo el cual nosotros elegimos y que nos dará una sensación de propósito.

En DFV queremos acompañarte en tu camino hacia la felicidad financiera, por eso te brindamos el mejor contenido para aportar valor a tu economía y a tu mente.  

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